Resistència i vida 5: Encerrados con un solo juguete + Las sirenas del Cantábrico V

Primero hay que prevenir y curar. Parar el virus. Pero es inevitable reflexionar sobre cambios que se están produciendo y van a instalarse en nuestras vidas.

«Es sencillo: La salida es un cierto comunismo o una cierta barbarie». Slavoj Zizek, Pandemic (2020). No es una cita literal, es un titular a lo Zizek, en versión propia.

«Encerrados en la habitación con un solo juguete«, decía Juan Marsé. Media humanidad está encerrada o en la calle sin ningún juguete, pero podemos aceptar la metáfora.

Voces hay que defienden este encierro por sus cualidades introspectivas, quizá creativas y por aumentar una supuesta independencia del individuo. Avalan el «teletrabajo» como una mejora de su vida privada. ¿Olvidamos que el «teletrabajo» masivamente quiere decir «teleparo»? Quizá no queremos ver una «telepobreza», que a algunos les ha quedado definitivamente oculta entre las calles semidesiertas de las ciudades.

¿Sálvese quien pueda? Ese es el camino de salida hacia la barbarie. ¿Será el camino del neoliberalismo anglosajón hegemónico?

Ese camino se ha demostrado muy frágil ante esta crisis «inesperada». No tenía ningún stock de material de prevención, ha dejado la producción en otras manos, hace décadas que la producción ya no es el centro económico del capitalismo, sino el consumo. De pronto, la producción propia de bienes de primera necesidad vuelve a ser más importante que el consumo. Tenemos que importar respiradores y mascarillas de las fábricas chinas.  Redescubrimos la importancia del tejido productivo.

El otro camino pone el bien común por delante de lo individual. Es el camino de un cierto comunismo. ¿No es socializar poner a Seat, Renault, Ford, los emblemas de la industria, a producir material sanitario con el Estado como único cliente? ¿ Qué haremos con las residencias de ancianos, hasta hoy en manos privadas? Se trata de organizarse para salir adelante. Recuperar la calle, los espacios de socialización.

En todo caso, son preguntas más que respuestas. Es la exposición de una dialéctica que va a pesar en nuestro futuro más cercano.

LAS SIRENAS DEL CANTÁBRICO 

V

La tarde siguiente, las sirenas aventureras nadarán en su rincón favorito, en la punta norte del Norte.

Verán aproximarse un día más al caminante casi ex – payaso, con rostro grave. Las sirenas comprenderán que deben observarlo a distancia.

El caminante casi ex – payaso se acercará esta vez hasta el último punto accesible para los humanos, el más al norte del Norte. No se echará hacia atrás. Esta vez no sentirá ningún vértigo. Se agachará y tomará un pequeño guijarro; grabará en él algunas letras. Lo besará hasta tres veces, lo apretará fuerte contra su corazón y lo lanzará hacia el agua.

Las sirenas le verán enviar varios besos hacia el agua y agitar los brazos en señal de despedida mientras pronuncia unas frases que el estruendo de las olas sepultará.

Su expresión seria cambiará de pronto, dibujando una amplia sonrisa que iluminará su rostro.

Lanzará con decisión al agua la nariz de payaso, el último vestigio de su disfraz.

El caminante ya ex – payaso dirigirá un saludo de respeto a las sirenas y se marchará de vuelta por el sendero, sin volver la vista atrás.

Las sirenas aventureras, después de despedirle, seguirán un rato la pista del pequeño guijarro que navegará quizá en dirección a aquel lugar lejano que el caminante había soñado un día alcanzar al otro lado del océano. Una sirena hasta podrá leer a través del agua algunas de las letras inscritas en la piedra: “M…, te quiero”.

De pronto, el eco de los acantilados devolverá a las sirenas las palabras que había declamado, entre furioso y tierno, el caminante ex – payaso: “Mírame a los ojos. Puse todo el hilo en el carrete. Todo el que tengo”

Barcelona, 5 de abril de 2020
PD: Aute murió ayer. Como todas las emisoras de radio han emitido sus «obras mayores» (Al alba, La belleza, Sin tu latido, Cine), copio aquí una pequeña joyita menor epicúrea: «Slowly», con Christina Rosenvinge: