Resistència i vida 3: Tele-trabajo, tele-visión, ciber-sexo + Las sirenas del Cantábrico (3)

TELE-TRABAJO, TELE-VISIÓN, CIBER-SEXO

“LA REVOLUCIÓN NO SERÁ TELEVISADA”

“No serás capaz de quedarte en tu casa, hermano.
No serás capaz de conectar, encender y escurrir el bulto.
No serás capaz de alucinar con el caballo y
saltar a por la cerveza durante los comerciales,
Debido a que la revolución no será televisada.”

(Gil Scott-Heron)

Ahora hay que quedarse en casa. Pero, en cuanto podamos, hay que salir a las calles y las plazas.

Tele-trabajo: trabajo a distancia de las instalaciones de la compañía. Tele-sexo: sexo a distancia. Tele-visión: transmisión de imágenes a distancia.

De una revista de izquierda francesa: “Teletrabajo es los ricos en casa y los pobres en el frente”.

Se equivocan, ahora nos han mandado a todos a casa… a cuidarnos. Y es cierto. Hay que quedarse en casa. HAY QUE QUEDARSE EN CASA. Primero, la vida. Luego, con vida, todo lo demás.

Pero algo quedará cuando salgamos del encierro. ¿El tele-trabajo no será para lo que antes se llamaba “aristocracia obrera” o para explotadores y explotados de lujo? Uff, qué antiguo.

Si tuviste la “suerte” de currar en un supermercado, o manejando una furgona, o llevando paquetes en la moto, al frente, a la calle, así te contagies.

Si currabas en un bar, o en un hotel haciendo habitaciones, a tu casa, pero sin un céntimo. Nada de tele-trabajo, aún no se ha inventado servir copas, cambiar sábanas a distancia. ¿Lo harán máquinas? No estamos lejos.

¿Alienación a distancia? Los que mandan dan instrucciones a través de una pantalla, cada vez más alejados. Orwell, Black Mirror? De momento ahí estamos, aislados, conectados a una máquina, más o menos “interactiva”.

Nuestros cuerpos. Hasta hace un mes, todo era culto al cuerpo, a la belleza. Aderezos por aquí, pinturas por allá, la industria del cuidado personal andaba viento en popa. Todo se fue con el huracán*. El cuerpo importa menos que la velocidad de conexión a la máquina.

Homenaje a los muertos. Famosos o conocidos, como el músico africano Manu Dibango,  o anónimos, como médicos, enfermeras y ancianos. Tantos ancianos muertos en residencias. Triste y cruel.

Pese a todo, ya es primavera. Resistencia y vida. Saldremos adelante. Este verano caminaremos bajo el Sol por una playa hasta llegar a un pequeño café donde conversar y compartir la vida.

LAS SIRENAS DEL CANTÁBRICO

Ill

El payaso caminante llegará a un puerto de pescadores, al fondo de la ría, muy tranquilo y con las aguas remansadas.

Allí no habrá a primera vista ni rastro del grupo de sirenas que le había seguido desde el mar durante un buen trecho de su viaje.

El payaso caminante se sentirá bien, en calma. No añorará demasiado aquella turbulencia de oleajes donde, a distancia, escuchaba los cantos alegres de las sirenas.

Sin embargo…

Sin embargo, el caminante payaso se sorprendía cada día escuchando al grupo de sirenas que le acompañaba en su viaje. Las buscaba entre las rocas, los arrecifes, en algún islote. Y siempre salían a la superficie: parecían disfrutar entre las olas, cuanto más bravas mejor, como lo haría un “surfero”. O no, distinto. Los surferos atacan las olas con sus tablas, las “perforan”. Las sirenas habitan las olas, las comprenden, ajustan sus movimientos a ellas. Donde cualquier humano sucumbiría, ellas se acomodan, bailan gráciles en las olas en una danza sincopada de espuma blanca y azul intenso.

El caminante payaso dudará. Una vez, se lanzó al mar en pos de una sirena y casi se ahoga. Sólo le salvaron sus besos intensos sobre la roca. Había sentido el peligro mortal de la fascinación por las sirenas. Pero algo le seguirá atrayendo con gran fuerza. Le parecerá que la vida verdadera ocurre entre las olas y las rocas, allí donde un ser humano no puede sobrevivir.

Allí donde se vive de verdad, la muerte acecha. “Un instante sublime de vida a cambio del resto de tu vida”. ¿Será éste el lema inexorable de la relación entre un humano y una sirena? ¿O el payaso deberá perder su máscara para comprender a la sirena? ¿O la sirena requerirá una metamorfosis a mujer para comprender al payaso-caminante?

El caminante payaso hundirá sus reflexiones en cerveza, mientras las sirenas dormirán esperando una nueva pleamar.

Barcelona, 27 de marzo de 2020

* «Todo se fue con el huracán» (Enrique Bunbury, «Lady Blue»)